jueves, 27 de marzo de 2008

3ª MENCION DE HONOR DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS

TEXTO DE LA TERCERA MENCIÓN DE HONOR DEL I CONCURSO DE MICRORRELATOS DEL COLEGIO MAYOR PEÑAFIEL

LA VENTANA
La sobria decoración de tres de las paredes de la habitación contrastaba con la cuarta de ellas. Cuadros de bodegones, naturalezas muertas, paisajes inertes en aquellas. La única conexión con la vida le venía a través de aquel recuadro de cristal. En los días soleados, ese vidrio rectangular parecía alegrar la habitación con un nuevo haz luminoso. Por contraste, los días lóbregos, en su compañía, resultaban aún más lóbregos.

La vida, el movimiento, los afanes y sentimientos humanos llegaban a él procedentes de aquel cristal. A veces podía divisar rostros alegres, gozosos, radiantes de felicidad. En otras jornadas, no alcanzaba a distinguir más que expresiones de tristeza, pesar, aburrimiento. Diríase que aquel mosaico humano entraba en resonancia con su propio estado amplificándolo. A sus gestos de saludo, se veía correspondido por un saludo; sus ademanes de interrogación recibían como respuesta otra seña de interpelación; su mirada airada no parecía ser muy distinta de aquella mirada colérica de quien le observaba.

Pero aquel día no iba a ser un día más. Tal vez la sensación de soledad, tal vez la jaqueca, tal vez la intranquilidad de la propia conciencia le habían hundido en un estado de desasosiego. Y quien observaba a través del cristal parecía encontrase tan solo, tan doliente, tan intranquilo como él. No le gustaba que le observaran de aquella manera. Frunció el ceño. Levantó el mentón, como exigiendo explicaciones y no recibió más que un gesto de interrogación. Parecía que le observaban con antipatía, con desprecio. Su agresivo movimiento de brazos no recibió otra respuesta que una postura semejante. ¡Aquello era el colmo! Irritado, airado, conteniéndose a duras penas alzó el puño y, ante el gesto desafiante de quien le contemplaba, no pudo resistirse. No podía tolerar aquel comportamiento. Rompería la ventana. Increparía a aquel sujeto. Golpeó dura, secamente. Golpeó con el deseo de extender su brazo hasta alcanzarle, hasta que pudiera sentir la garganta atenazada por su puño. Se oyó el estrépito del vidrio al romperse y las llamas de cristal astillado le permitieron ver la pared –la cuarta pared‑ con la marca de sus nudillos sanguinolientos.

Angel Avila

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Amazing.

Anónimo dijo...

gelín, poeta!!!

Anónimo dijo...

Nivelazooo!!

Anónimo dijo...

Gelín, tío... Has planteado mogollón de problemas en 4 líneas. Interesante, profundo... quizá algo previsible. Te podrías dedicar a esto.

Anónimo dijo...

Gelín,
Eres el nuevo Calderón de la literatura contemporánea. Tu imagen de cultérrimo mejoraría si te pones unas lentes redondas, empiezas a fumar en pipa y sigues diciendo las mismas chorradas diarias. Un abrazo de una admiradora,
M.C.

Anónimo dijo...

MC!!!uuuuuuuuu!!
besos!

Anónimo dijo...

Gelín, Gelín, pedazo de microrrelato...Me pregunto una cosa: ¿por qué nunca te he oído utilizar palabras como "lóbrego", "ademanes" o "sanguinolientos"?
Creo que deberías mostrar más a menudo esta faceta creativa tuya, que sería capaz de conquistar a cualquiera, o "cualquiero". ¿Cuál quiero? No lo sé: malditas sequoias...

Besos
Cristino Llorante

Anónimo dijo...

cris, cris!!! para cuando una visitilla a peñafiel,... k gelin esta deseando verte YAA

Anónimo dijo...

oye, no utiliceis mi nombre para los comentarios. Gelin, te veo en Madrid

Cristina Llorente