Gran
nerviosismo entre los residentes del Colegio Mayor Peñafiel con la llegada de los Reyes Magos. Hay fiestas en los Colegios Mayores que marcan la vida colegial y esta es una de ellas.
A
Ricardo no le llegaba la camisa al cuerpo, Gabriel tan eléctrico como siempre
en estas ocasiones preparando la base de datos, Jorge como si fuesen los
primeros regalos que recibía en su vida y Guille preguntándose qué es esto de
los Reyes Magos porque allá en Perú no se enteran de qué va la cosa.
Y
la cosa es que la nota la dio el inefable Edu.
-Debe
ser colonia pero está en inglés: Eau de toilette.
Y
además recibió unas cuantas Fantas que rememoraban días pasados (y presentes)
como pagafantas.
Hay
que reconocer que en esta ocasión los Reyes se portaron. Con ideas bastante
originales que iban desde lo interactivo (el vídeo de Dani y qué pasa en la
tercera planta cada amanecer) hasta el reino animal (Payu, el pez de Pablo) o
el vegetal (el cacto de Gustavo, el malo, que tal vez tuviera segundas
intenciones).
También
fueron sorprendentes los regalos de Iñigo Sanz. Un bastón (?) y una botella de
vino con la nota directa de cierto alumno suyo para ver si aprueba. No vamos a
decir nombre pero baste con señalar que padeció cierto accidente nasal el día
de nochevieja.
Las
camisas y camisetas fueron un regalo socorrido. Iñigo, el joven, descubrió que
la suya venía con corbata y todo. Muy currado el monólogo de Matrix para don
Álvaro y las instrucciones para reparar bicicletas de Mingo. Y ese póster para
Jiménez (la belleza está en el interior) también tenía su miga.
Miga
que podía aderezar Jonatan convenientemente con esa sal que casi se le cae. Y
Erik, nuestro talibán favorito, recibió su correspondiente pasamontañas y
metralleta. ¡Ah, qué feliz estaba!
El
que no tendrá problemas para ver la vida en colores será Rodríguez que,
daltónico o no, tendrá que aprender a vivir rodeado de regalos irisados.
Es
preciso destacar que, pese a todas las dudas, Nacho cumplió perfectamente como
paje. No rompió la pecera ni nada. Nada de nada. Incluso tuvo un cuidado
extremo a la hora de romper el papel de su regalo.
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