miércoles, 18 de agosto de 2010
EL COLEGIO MAYOR PEÑAFIEL DE VALLADOLID A PERÚ (I)
La salida de España estuvo marcada por el partido contra Alemania. Fue un partido pintoresco porque lo vimos en una de las pocas televisiones de la T-4, con algunos de los telespectadores disfrazados (de pollo, de bebé… etc.). Original y silencioso hasta que metió el gol la selección. Curiosamente, se “retrasaron” varios vuelos que tenían que salir durante el segundo tiempo. Ya antes tuvimos serios problemas para meter todos los regalos que llevábamos en bolsas y conseguir que no superasen el peso permitido. Fue todo un poco cutre, pero con la amabilidad de las azafatas de facturación se consiguió lo que parecía imposible: que no pagásemos por exceso de equipaje.
El viaje estuvo bien. El gran problema lo tuvo Raúl para meter las piernas correspondientes a sus casi 2 metros en los asientos. Pero no fue incómodo del todo. Algunos aprovecharon para dormir mucho, otros algo menos.
Llegamos a Lima a las 5 y pico de la mañana. Trámites, discusiones con los taxistas, y al Saeta, a ducharnos. Después, desayuno (con hamburguesas “peruanas” y jugos auténticos) y visita cultural de Lima (plaza de armas, catedral, palacio de gobierno con cambio de guardia (por cierto, la plaza de Armas tenía una pantalla gigante para seguir el mundial), catacumbas de San Francisco, paseo por el centro y comida en un restaurante típico. Ahí se empezó a manifestar la pasión de algunos por el Ketchup y el problema de “hambre cronométrica” de Raúl (el estómago suyo parece un despertador.. cuando se acercan las 3 horas de la última comida empieza a tener un hambre espectacular).
Después de varios intentos frustrados, conseguimos coger el bus que nos llevaría a Camaná. Salía a las 9 de la noche y llegó a las 10 de la mañana. 13 horas de carretera (más que el vuelo). Las últimas, ya amanecido, con el Pacífico a la derecha, espectacular.
Y, al poco de llegar a Camaná y de desayunar… ¡a trabajar! Empezamos ese mismo día a organizar cajas de libros de niños y jóvenes (que después llevaríamos a la sierra) mientras José Manuel hacía “gestiones”… Tras varios días –mañanas y tardes- de ordenar y clasificar libros, pudimos disfrutar la final agónica contra Holanda del Mundial, con unas buenas “cusqueñas”, que son unas cervezas peruanas de lo mejor. Ni que decir tiene que todos los que estaban en el bar viendo el partido estaban con España y nos felicitaron entusiásticamente (¡se lo merecen!). La original celebración de la victoria se tuvo después en una pollería… comiendo pollo a la brasa y las exitosas “salchipapas”.
To be continued...
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3 comentarios:
camioneta último modelo. Resoplidos... esto es sólo una pequeña parte de la aventura peruana...
El abuelo
Ramón, como si nada: parece que a él la caja de libros no le pesa. Creo que para las mudanzas es insustituible
P.S.
mI PREGUNTA ES SI LA CAMIONETA ESA ERA EL VEHÍCULO DE iÑIGO.
eSPERO RESPUESTA
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