
La incertidumbre se cernía sobre los residentes del
Colegio Mayor Peñafiel a lo largo de la semana ante las dudas sobre dónde se iba a celebrar finalmente la esperada fiesta oficial del Colegio Mayor. El encargado de organizarlo todo, Suso, descartó a media semana seguir con las negociaciones con el Molly Malone, ya que los dueños de este bar no le devolvían la llamada, así que se barajaron otras opciones, pero finalmente, un par de días antes del sábado, día fijado para la celebración de la fiesta, la esperada llamada llegó y se cerró el acuerdo; la fiesta sería el sábado 28, en el Molly Malone y a partir de las 23.30 como así nos hizo saber Suso a “grito pelao” a los que estábamos el jueves por la noche en la sala de estar del Colegio Mayor.
El viernes tuvo lugar la esperada llegada de Carlos, quién se había comprometido a asistir a la fiesta trasladándose desde “Villamaña“, quiero decir Zaragoza, a través de las precarias carreteras sorianas hasta Valladolid. Con Carlos en escena sólo quedaba por decidir que se iba a hacer antes de la fiesta. No queremos hacer apología de los botellones, pero no cabe más remedio que decir que esa fue la elección final, porque fue lo que realmente sucedió. Óscar nos acogió en su casa para celebrar tal evento previo a la fiesta. Un gran anfitrión que ya quisiera Isabel Presley.
Con mucha expectación llegó un sábado cargado de emociones. Primero el Torneo de Paddle (del que ya se hablará en el Blog de Deportes). Luego la comida en Herrera, que dejó, como decimos en Asturias, “fartuco” a más de uno. Posteriormente, de vuelta a Valladolid, los más previsores durmieron una larga siesta, entre los que me incluyo, hasta las 20.00, hora en la que habíamos quedado para prepararnos de cara al evento “previo” a la fiesta en casa de Óscar. Para ser más elegantes podríamos denominarlo “quedada de amigos para tomar unas copas en buena compañía”. Y digo lo de “buena compañía” porque para sorpresa de todos nosotros, estuvimos rodeados de hasta 15 chicas en casa de Óscar (lo dicho, el anfitrión del año). La pena es que la inmensa mayoría de ellas luego no irían a la fiesta. De todo modos, las fichas volaron durante toda la “velada” pero la maldición de la Residencia Universitaria, aparentemente, siguió su curso.
Terminada la “quedada de amigos para tomarse unas copas en Casa de Óscar” nos dirigimos al Molly Malone alrededor de las 12 de la noche. Poco después hicieron aparición Mingo, Echeve, Paco y Nacho Bazó. Que demostraron estar en una segunda juventud al ser los auténticos reyes de la fiesta, poco les faltó para “romper la maldición”. Entre copa y copa, entre canción y canción (por cierto, nos pusieron todas las que pedimos, no como el año pasado) nos convertimos en el centro de atención del bar, aunque pocas chicas se acercaban, también es verdad que no había muchas.
Los viejunos se fueron pronto, y a la salida tuvieron un altercado con algunos “niñatos” que dudaban de la capacidad de estos para ser los amos de la fiesta (como habían demostrado en el bar), como consecuencia de un leve cruce dialéctico con Valentín, Paco y Echeve (cual porteros de discoteca) tuvieron que aparecer en escena para que con sólo su acto de presencia, a los “niñatos” les entrase el canguelo. “Perdónanos la vida Paco” tuvieron que decir los pobres para no ser el blanco de su ira.
Mientras los jóvenes seguiamos en el Molly intentando romper la maldición sin éxito. Llegadas las 3 nos fuimos del allí, a buscar mejor suerte, algunos se fueron a Jaleo, dónde Gonzalo comenzó con el Show particular que protagonizaría esa noche. Y otros nos fuimos a San Miguel dónde Nacho Pastor hizo gala de sus contactos a la hora de conseguir “chupitos”, y Damián de su capacidad de improvisación diciéndoles a unas chicas que era GEO, a lo que una de ellas le respondió “¿Entonces eres de los malos?”. Con Omar, como protagonista de excepción, demostrando a lo largo de la noche que en una año adelante, ha cambiado un montón, durante un tiempo fue el rey de la fiesta.
Con todo estos, llegadas las 4.30 viejas y las 5.30 nuevas (como empezamos a decir a tenor del cambio de hora que se produjo esa noche) nos volvimos al CM Peñafiel contentos por haber pasado un rato agradable (quizás no todos), pero sin haber roto, una vez más, la maldición en una noche en la que el Gallego no fue el protagonista, ¿verdad Gonzalo?.
Firmado: Cristian