Ayer tuvo lugar uno de esos acontecimientos que son esperados con impaciencia durante todo el año, y es que cada residente sabe que las cenas de Navidad del Colegio Mayor Peñafiel nunca defraudan. Son noches de leyenda, que siempre terminan por cuajar momentos inolvidables, de esos por los que merece la pena trasnochar en lunes.La velada comenzó abruptamente a las 8:30 con el aclamado “pregón” navideño de Don Alfonso, que bajo el eslogan Dos copas no alegran a
nadie, reivindicaba la desinhibición festiva de los jóvenes como el mejor medio para asimilar los valores propios de estas fechas.A continuación, y tras una breve sesión fotográfica, el instinto nos condujo de forma obsesiva a la segunda planta del Colegio Mayor, donde el magnífico trabajo de administración superó las expectativas de los más veteranos, y creó un nuevo precedente para los novatos.
Después de la cena apareció un señor muy agradable con una corbata un tanto.... “especial”, que muy cortésmente se ofreció a revelarnos algunos trucos de magia amateur. Posteriormente tuvo lugar el noticiario, que resulta ser siempre uno de los momentos más esperados de toda la celebración. En este caso, Damián Andrés (aunque se le pasara por alto ironizar las “bárbaras exhibiciones físicas e intelectuales” del GEO peñafielino) tampoco decepcionó, haciendo alarde una vez más de su televisivo humor ácido y gran dotación interpretativa.
La noche era joven, y tras alguna que otra deserción fruto de las grandes exigencias del mundo estudiantil, la mayoría salimos a la calle dispuestos a sembrar el caos en pucela. Finalmente la cosa se quedó en un par de cervezas para la mayoría, y, aunque para algunos la fiesta continuó mucho más, tanto fuera como dentro de Colegio Mayor Peñafiel supongo que eso se merecería otra crónica. OSCAR








































